¿Traductor IA o traductor humano?
Vivimos en la era de la inteligencia artificial. Los chistes sobre las pifias de Google Translate y otras herramientas de traducción automática son historia. Hoy la IA neuronal consigue un muy alto nivel de precisión en la traducción de muchos idiomas, con un lenguaje casi perfecto, que suena y se lee totalmente natural. Las principales plataformas digitales ofrecen traductores gratuitos muy competentes.
¿Por qué entonces gastar dinero en contratar un traductor profesional?
6 razones para elegir un traductor humano
- Evitar y corregir errores: La traducción con IA se basa en el procesamiento del lenguaje natural (NLP, por sus siglas en inglés de “Natural Language Processing”). Pero esa naturalidad del lenguaje es la trampa principal, porque, al sonar y leerse natural la traducción, es más difícil detectar los posibles errores. Y en una traducción jurídica o financiera, un error de traducción puede tener consecuencias muy graves. Invertir en un profesional ofrece un doble filtro: la revisión concienzuda por un especialista y, para el peor de los casos, disponer de un seguro de responsabilidad civil.
- Dominio del campo técnico: Los traductores automáticos están muy bien para las relaciones privadas y las comunicaciones informales. Pero una empresa que hace una operación internacional, o alguien que va a comprar una casa en el extranjero, no se conformará con herramientas gratuitas, al igual que no se conforma con el consejo de su cuñado, sino que acudirá a un especialista. En Asetradius utilizamos herramientas con algoritmos entrenados con los millones de segmentos de traducción realizados a lo largo de nuestra larga experiencia y glosarios técnicos que hemos desarrollado internamente en diversas áreas de especialización y que actualizamos continuamente. Algunos ejemplos serían el transporte marítimo, el derecho urbanístico e hipotecario, los ensayos clínicos farmacéuticos, o los folletos financieros de fondos de inversión y salidas a bolsa.
- Contexto: La traducción con IA de redes neuronales ha mejorado mucho respecto de los traductores automáticos tradicionales al tener en cuenta el contexto y el tono y poder traducir no ya cadenas o segmentos, sino documentos largos y hasta proyectos enteros. De ahí el salto cualitativo en la precisión. Pero en esta carrera, la intervención de un humano especialista en el campo del documento a traducir, que conozca la terminología del sector, entienda la finalidad y el contexto jurídico-mercantil de la operación, y pueda revisar, detectar errores y entrenar el algoritmo, resulta tan crucial como tradicionalmente lo era que el traductor fuera nativo de la lengua de destino.
- Localización: El contexto que considera la IA es el del documento, el del proyecto o, como mucho, el del sector técnico. Pero el traductor profesional va más allá, conoce el marco cultural, las expresiones idiomáticas, los tabúes, las metáforas, los juegos de palabras, y tiene la flexibilidad para ajustar el tono y los matices y reflejar las emociones, evitando que la traducción suene rígida o genérica. Traducir no es solo convertir de un idioma a otro, es hacer que el mensaje se transmita de manera efectiva a un público con un marco cultural diferente. Como dijo inspiradamente la colega Anna Rusconi, “Las palabras recorren mundos, los traductores son quienes conducen”.
- Confidencialidad: Una herramienta de traducción neuronal es tan buena como lo sea su algoritmo y su base de datos de segmentos traducidos por humanos. Por eso las plataformas han ofrecido durante años gratuitamente sus servicios y aun lo hacen, a cambio de que los segmentos de traducción en los que se utiliza su herramienta se queden en su servidor para entrenar su algoritmo. Pero la documentación jurídica normalmente es y debe ser confidencial, no es admisible que se quede en los servidores de terceros, accesible a otros y expuesta a los ataques de los hackers.
- Confianza y colaboración:Recurrir a un traductor profesional humano no solo da la tranquilidad de estar en buenas manos, sino que permite establecer una relación personal a largo plazo, que fomente la confianza y la colaboración con los equipos del cliente y consiga un alineamiento cada vez mayor del traductor con sus deseos, objetivos y forma de hacer negocios. El traductor se convierte así en un miembro esencial del equipo del cliente.